Faltar a clases afecta más el puntaje en el Simce que un bajo ingreso familiar
Por Manuel Fernández Bolvarán
No sólo la entonces ministra de Educación, Yasna Provoste, quedó en entredicho con el escándalo de las subvenciones del año pasado. En esa oportunidad, la Contraloría detectó que varios sostenedores abultaban las cifras de asistencia de sus colegios para recibir más financiamiento estatal. Entonces, varias voces plantearon la idea de no seguir pagando la subvención en base a la asistencia, por considerar que es muy difícil de controlar y se presta para fraudes.
Pero ese remedio podría ser peor que la enfermedad, según un estudio realizado con 17.262 alumnos de 4° básico de colegios municipales por un equipo de la U. Católica, en el marco del Concurso de Políticas Públicas de esa casa de estudios. “Este tema, pese a su importancia, no había sido analizado. Y lo que encontramos es que la asistencia influye fuertemente en el rendimiento escolar”, explica Ricardo Paredes, profesor de la Facultad de Ingeniería UC y miembro del grupo, que completan los investigadores Gabriel Ugarte y Paulo Volante.
Tal es el efecto que incluso es más significativo que variables como el nivel de ingresos de la familia de los niños: sólo un día más de asistencia genera una mejora en el Simce equivalente al de aumentar en $74 mil el presupuesto familiar. “Esto es positivo porque la asistencia puede ser modificada con políticas públicas en el corto plazo, pero el ingreso no”, analiza Paredes, quien también es investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE). Agrega que desligar el pago de la subvención de la asistencia “sería contraproducente, pues es una variable que pesa en los aprendizajes”. Según el estudio, un niño que falta 10 días al año, sólo por ese hecho pierde 10,3 puntos en el Simce de matemática. Y, si se ausenta 20 días, baja 18,2 puntos.
De lo que sí es partidario es de perfeccionar el diseño de la subvención por asistencia. Por ejemplo, hoy recibe lo mismo un colegio de 20 alumnos donde todos faltan un día al mes, que una escuela con los mismos 20 estudiantes, donde 19 van todos los días y un niño falta 20. “En el primer caso, el efecto sobre el aprendizaje es mínimo, pero en el segundo, tenemos un niño que no va a aprender nada. No se puede pagar lo mismo por ambos casos”, afirma.
Curiosamente, las ausencias no se distribuyen de forma pareja durante la semana, que sería lo lógico si el fenómeno dependiera sólo de causas naturales. Mientras de martes a jueves el promedio de inasistencia es de 5,87%, los lunes sube a 6,56% y los viernes, a 6,67%. “Eso no es casual, tiene que haber algún grado de decisión de los padres que explique esto. Entonces, hay que pensar en políticas para influir en esa decisión, como dar un estímulo a los papás con hijos con alta asistencia”, propone Paredes.
En la actualidad, un alumno repite de curso si tiene una asistencia inferior al 85%. Es decir, puede faltar hasta un máximo de 27 días al año. Este punto de quiebre también es cuestionado por la investigación. En promedio, los alumnos que faltaban 17 o más días al año quedan en “nivel inicial” de desempeño en el Simce de matemática. Es decir, niños de 4° básico que ni siquiera logran sumar o restar con fluidez.